EL GUARDIÁN


Un relato tierno con un punto de humor de la pareja más famosa de la Serie Moteros.




- I -

Jueves, 30 de diciembre de 2010.

Buhardilla de Dakota y Tess,

Hounslow, Londres.


En cuanto Dakota escuchó un quejido por el vigila-bebés, fue corriendo a la habitación de Romina. Le encantaban los primeros instantes después de que la pequeña empezaba a despertarse. Ponía caras muy raras y movía sus bracitos inquieta, como si todo aquello de necesitar comer fuera un incordio. Lo mejor era que por más que su frente se llenara de arruguitas y se le pusiera cara de enfurruñada, su hija apenas lloraba. 

Se acercó con pasos sigilosos hasta la cuna y comprobó que Romina dormía plácidamente. 

Lástima, pensó. Estaba en el bar. Había subido porque se acercaba la hora de su comida y procuraba no perdérselo. Pero si la niña seguía durmiendo, tendría que volver al MidWay; como todas las vísperas de Nochevieja estaba de bote en bote desde primera hora de la mañana.

No pudo resistirse y se agachó para besarle la frente. Aquel olorcillo a bebé le arrancó una sonrisa y tampoco pudo resistirse a acariciar la frente de la pequeña con su nariz, frotándola suavemente.

Romina era una hermosura. Preciosa por los cuatro costados, con sus mejillas cada vez más regordetas y esa piel tan suave… 

—Vas a ser un pibón —afirmó. Lo hizo en un tono tan bajo que apenas fue un murmullo—. Y yo voy a estar desquiciado todo el día.

Tampoco pudo evitar reírse, aunque intentó apartarse para no molestar el sueño de su pequeña.

Últimamente se reía de sí mismo constantemente. Se le ocurrían cada pensamientos…

Pero por más delirante que le parecieran la mayoría de sus ocurrencias, algunas tenían visos de realidad. Como que se pasaría la adolescencia de su hija totalmente desquiciado porque sí, la pequeña había heredado la belleza delicada de su madre y con un poco de suerte heredaría el carisma de su padre. Conclusión; la seguirían hasta los perros por la calle y él tendría que ir detrás, con un fusil de asalto, a cuidarle la retaguardia.

Volvió a reír ante la imagen que apareció en su mente; verse a sí mismo de «carabina» de su propia hija le pareció más delirante que todo lo demás. Esta vez, otro quejido le anunció que la niña estaba empezando a despertarse. 

—Hola, gordita… Hola, preciosa… ¿Cómo estás? —La tomó en brazos. Sonrió al notar que Tess le había puesto el enterito motero (de Harley Davidson, por supuesto) que le había regalado el tío Evel. Le quedaba genial—. Hambrienta, ¿cómo vas a estar? Si esta gordita dormilona se ha despertado es porque aquí empieza a haber un concierto —le frotó la pancita suavemente y sus ojos se iluminaron ante lo que creyó que era una sonrisa—. ¿Te estás riendo de tu viejo, Romina? ¿O es que te ha gustado que te frote la panza? —Repitió el movimiento mientras la observaba con atención y enseguida la apretó contra su cuerpo, encantado—. ¡Síííí que te gusta, pillina! ¡Vaya sonrisa más alucinante le has regalado a papá! 

Dakota la envolvió bien en su manta y se dirigió al salón mientras conversaba con ella.

—Espero que no te estés muriendo de hambre porque mamá sigue en el baño y yo no puedo ayudarte con eso… Cuando te salgan los dientes, sí, pero ahora… —Se acomodó en el sofá y se la puso sobre el regazo mirándola con la misma admiración y sorpresa que la miraba siempre—. Pero si las cosas se ponen muy mal y te da el mono, puedo echar mano del alijo que tenemos en la nevera… ¡Tu madre es muy previsora y ha guardado dosis para que tengas hasta que cumplas los quince por lo menos!

Soltó una carcajada ante sus propios comentarios. Lo de que Tess era previsora no era ninguna exageración; entre los biberones que había en la nevera y los frascos perfectamente esterilizados que había en el arcón congelador, a Romina no le faltaría con qué alimentarse hasta que alcanzara la mayoría de edad. 

La bebé sacudió su cabecita ante la risa estentórea de su padre, como si el sonido la hubiera sorprendido. Dakota se quedó mirándola muy atento. La vio pestañear, fruncir el ceño un instante y luego notó que intentaba girar su cabecita temblorosa como si quisiera ver algo… Siguió la dirección del movimiento de su hija y se encontró con Tess. Junto al espacio que hacía las veces de puerta, ella los contemplaba extasiada.

—¿Lo has visto? Ha girado la cabeza. Sabe que estás aquí, bollito. ¡Esta gordita es alucinante! 

Sin duda, era una bebé increíble, pero, aunque no lo diría por no desilusionarlo, Tess estaba segura de que, en este caso, Scott exageraba un poco. Para él todo lo que hacía la pequeña recibía el mismo calificativo. Estaba en las nubes. Convertirse en padre lo había transformado. Y a ojos de Tess lo había convertido en el hombre más adorable del mundo. Se derretía de ternura cuando padre e hija estaban juntos y él le hablaba con ese tono dulce que solo empleaba cuando estaba con Romina. [...]



©️ 2022. Patricia Sutherland
«El guardián».
(Fragmento)





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CLUB ROMÁNTICAS: El guardián, de Patricia Sutherland

PERSONAJES:

DAKOTA ❤︎ TESS ❤︎ ROMINA

EXTENSION:

5.954 palabras ❤︎ 16 páginas

BASADO EN:

Los moteros del MidWay, 4. Extras Serie Moteros 10