UNA SORPRESA PARA MAVERICK 

Si has seguido la trayectoria de Maverick a través de las distintas novelas de la serie, habrás podido comprobar que su talante optimista y su visión esperanzada y positiva de la realidad siempre acaba convirtiéndolo en quien rescata del desánimo a los suyos, quien tiende puentes entre posiciones, a priori aparentemente irreconciliables, y les regala momentos inolvidables que, de otra forma, no serían posibles. Es el «chico de las sorpresas» porque ese es su talento innato y su sino...

Bueno, por una vez, el sorprendido será Maverick y te aseguro que la sorpresa será mayúscula 💙




- I -

Viernes, 31 de diciembre de 2010.

Piso de Maverick y Shea,

Londres.


Estaban en mitad de la cena cuando empezó a sonar el móvil de Shea. Un instante después lo hizo el de Maverick. 

Shea sonrió al ver de quien se trataba. 

—¡Es Tess! —anunció, alegremente.

Maverick no tuvo tanta suerte. Soltó un bufido, que a todos les dio una buena pista de que su llamada no era tan grata como la de su chica, y se levantó de la mesa.

—Disculpadme un segundo… Seguid, por favor, yo enseguida vuelvo.

Dicho lo cual, se dirigió a la cocina. Por las dudas, cerró la puerta antes de atender.

—¿Qué pasa, Evel? —fue su saludo. Enseguida se arrepintió de haber sido tan brusco, pero ya estaba hecho.

La reacción de su socio lo hizo sentir aún peor.

—Perdona la lata, seguro que te pillo cenando, pero… ¿sería posible que te olvidaras de la memez de Dakota por hoy y vinieras un rato, más tarde, para echarnos una mano? Esto es un desastre y solo puede empeorar a medida que avance la hora, y, la verdad, yo ya no soy capaz de sumar dos y dos sin una calculadora… —Maverick lo oyó suspirar—. Te juro que preferiría desmontar un coche con las manos descubiertas que estar en este bar cuando llegue la «hora feliz»…

El tono de Evel era una mezcla de desesperación y súplica que Maverick le costó ignorar. Principalmente, porque además de darle pena, le hizo mucha gracia. Para un desconocido, aquella frase del motero no tendría demasiado sentido, pero para él era muy explícita. Dakota, siempre tan amable para referirse a todo el mundo, decía que su socio era un «finolis» y no solo lo decía porque era un tipo educado y galante, sino porque trabajaba con guantes. No tocaba una herramienta sin ellos. Así que la idea de imaginarlo maniobrando con un chasis oxidado y mugriento, de esos que localizaba en algún granero en la otra punta del país para alguno de sus clientes coleccionistas, sin la protección de sus guantes de nylon y poliuretano, le hablaba a las claras de su nivel de desesperación.

Dado que el silencio se prolongaba, y para Evel Maverick era la única alternativa a volverse totalmente loco de remate, decidió insistir. No era su estilo, pero se jugaba su cordura.

—Hablaremos, tío. Aclararemos las cosas. Y si tengo que zurrar a Dakota para que reconozca que se ha pasado siete pueblos contigo, lo voy a hacer. Pero, por favor, ven. 

—Estoy cenando. Estamos. Porque como ya os dije a los dos, hoy tengo invitados. Según Dakota soy prescindible y tú no le has llevado la contraria, así que ¿por qué debería molestarme por vosotros? Dame una razón para no colgarte y seguir disfrutando de mi cena, Evel.

—Vale, pero después recuerda que has sido tú quien me lo ha pedido… —Maverick puso los ojos en blanco. Debería haberle colgado, sin más—. No sé lo que te pasa con Dakota, pero algo sucede. 

No había estado nada mal como comienzo, pensó Mav con disgusto. Le pasaban muchas cosas con Dakota.

—Que a él le siente como un tiro ver a Ike en el bar y lo demuestre, es normal —continuó Evel—. Es lo que hace siempre. Que tú reacciones a su enfado, como lo has hecho hoy, no es nada normal. 

Era más normal de lo que Evel creía. Maverick nunca había tolerado que la gente se pasara con él, pero, desde que Shea había aparecido en su vida, todo su mundo había cambiado. Ahora había mucha más alegría que antes, se sentía realizado y todo le resbalaba un poco. Un poco bastante. Lo de hoy no solo no le había resbalado; había entrado directo en su corazón. Le había dolido. Y todo en su conjunto había sido como una nota discordante.

—Además, dudo muchísimo que estés tan tranquilo disfrutando de tu cena —siguió Evel—, ¿y sabes por qué? Porque eres un buen tío, de los que siempre le echan una mano a la gente, de los que siempre se arremangan cuando hace falta estar al pie del cañón. Esto que haces es una putada y lo sabes. No lo sería para el normal de la gente, pero para personas como tú o como yo, sí. Es una putada, Mav. Así que llamarte pidiéndote socorro es también una forma de darte la posibilidad de arreglarlo.

Tocado y hundido, pensó Maverick. No estaba a gusto consigo mismo y por más que se hubiera escudado en sus razones para justificar haberlos dejado colgados con su problema, se sentía mal. No era su naturaleza dejar a la gente tirada. Soltó un nuevo bufido. Enseguida oyó la voz de Evel, mucho más animada.

—No hace falta que dejes la cena a medias… Ven cuando acabes y trae a tu familia… Parte de la mía también vendrá… No se lo digas a Dakota, ¿eh?, que no lo sabe —se rió. Él todavía no tenía ni idea de que la mitad de los Gibb estaba ya en su buhardilla, con Tess, y que la otra mitad llegaría después de cenar junto con sus padres, Dough y Rosalyn Taylor—. Te prometo que mañana nos reuniremos expresamente para aclarar todo esto. Tienes mi palabra, Mav. Pero hoy sé el buen tipo que siempre eres… ¡Y sálvanos a todos de la locura, tío, por favor! —suplicó casi a punto de echarse a llorar.

Maverick sacudió la cabeza, maldiciendo la hora en que había decidido atender la llamada. 

Más tarde, agradecería haberlo hecho, pero en aquel momento le dio mucha rabia.

—Ike está entre mis invitados y si voy, vendrá conmigo —advirtió.

—Vale. Mientras no se te ocurra ponerlo a trabajar en el bar, estoy bastante seguro de poder garantizarte que habrá paz.

Dios, qué rabia le daba… Maverick exhaló un suspiro de pura resignación. 

Pero lo que para él significaba disgusto por no poder evitar algo que consideraba que estaba en su derecho de no hacer aunque su moral se lo exigía, tuvo un significado totalmente distinto para Evel. Se dio cuenta al instante que el muro había cedido y no se preocupó en disimularlo:

—¡Te voy a hacer un monumento, tío! ¡Te lo mereces porque eres más bueno que el pan! ¡Vamos, Mav, vete a cenar y luego ven, que te estaremos esperando con los brazos abiertos!


* * *


—Malas noticias, chicos… —anunció Maverick al regresar a la mesa—. En el bar las cosas están al límite y me han pedido socorro… Y yo, que soy un imbécil incapaz de negarme a echarle una mano a nadie, les dije que iría después de la cena… —Miró a Shea con cara de dolor—. No me mates, preciosa, por favor… 

—¡Ay, Mav… Es Nochevieja! Tenemos de todo para celebrarlo a lo grande…

—¡Hasta tenemos pistolas de confeti! —intervino Madeleine, regañando a su hijo.

—Eso. ¿Y ahora, qué? ¿Te vas y nos dejas solos? —Shea sacudió la cabeza, molesta—. Mira, ¿sabes qué? A esa reunión que quieres tener con Brian y Dakota iré yo también, así podré exponer mis quejas, que son muchas y empiezan a acumularse.

—No, no, no, no, no —se apresuró a explicar Maverick. Acercó su silla a la de Shea para poder pasarle un brazo alrededor de los hombros y atraerla hacia él—. Nooo, preciosa. ¿Cómo me voy a ir sin vosotros? De eso nada. La idea es que acabemos de cenar tranquilos, cojamos todo lo que habíamos preparado para celebrar la Nochevieja y nos vayamos al bar. Vosotros celebráis mientras yo trabajo. Lo que no será trabajo, si te tengo en mi campo visual, nena…—coqueteó y al ver la mirada de Shea, pasó a la siguiente fase; el ruego—: Venga, dí que sí, por favor…

Shea puso morritos, haciendo que Erin y Madeleine tuvieran que concentrarse para no soltar una carcajada.

—Venga, vamos, nena… Dí que sí —volvió a suplicar él.

Ella al fin exhaló un suspiro de resignación.

—Vaaale, pero después de que el bar cierre, mantendremos nuestros planes. ¡Quiero ver los fuegos artificiales en el London Eye!

Maverick la estrujó entre sus brazos.

—Eres la mejor. ¡Claro que nos iremos de pachanga al London Eye! ¿Con quién crees que estás hablando, eh? Los deseos de mi princesa son órdenes para mí. [...]



©️ 2022. Patricia Sutherland
«Una sorpresa para Maverick».
(Fragmento)

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Una sorpresa para Maverick, un relato de Patricia Sutherland, basado en Los moteros del MidWay, 5.

PERSONAJES:

MAVERICK ❤︎ SHEA

EXTENSION:

6.160 palabras ❤︎ 32 páginas

BASADO EN:

Los moteros del MidWay, 5. Extras Serie Moteros 11